Todo en la vida parece requerir urgencia, como si todo dependiera de obtener un resultado inmediato. Tal forma de pensar limita cualquier esfuerzo por comprender la realidad eterna de la acción de gracias. El Salmo 100 resalta la importancia de no olvidar a nuestro creador y sus bendiciones.
1Salmo: para acciones de gracias. ¡Aclamad al Señor, (moradores de) toda la tierra!
2Servid al Señor con alegría; ¡entrad ante Su presencia con canciones!
3Sabed que el Señor solo es Dios: Él nos hizo, y nosotros
somos Suyos, Su pueblo; y las ovejas de Su dehesa.
4Entrad en Sus puertas con acciones de gracias, y en Sus
atrios con alabanza. ¡Dadle gracias, bendecid Su Nombre!
5Porque el Señor es bueno; hasta la eternidad es Su misericordia, y
hasta la postrera generación Su fidelidad.
Nuestra vida diaria está plagada de la visión urgente de lo inmediato que limita nuestra comprensión de la realidad eterna. Si sólo pudiéramos ver una instantánea del desarrollo de varias generaciones, entonces veríamos la obra de Dios en todos y a través de todos, y de hecho nos incluye a todos. Por eso, nuestra comprensión del agradecimiento está revestida de un sentido arraigado de pertenencia a Dios.
Entonces, mientras muchas naciones se toman el tiempo para recordar y estar agradecidas, es mi oración que Dios reciba la atención y la gloria por su continua creación y bondad hacia todas las generaciones. Sólo un sentimiento de gratitud engendra una conexión con nuestro creador, lo que mejora nuestra identificación como “somos suyos”. Sólo entonces podremos darnos cuenta de la relación existente con una acción de gracias consciente.